Las paredes de una sala de rayos X se ploman o se recubren con plomo (u otro material con alta densidad de masa) para proteger a las personas fuera de la sala de rayos X de la radiación ionizante generada durante los procedimientos radiológicos. Esta práctica es esencial para garantizar la seguridad del personal médico, pacientes y otros trabajadores cercanos, ya que la radiación ionizante puede ser perjudicial si se recibe en dosis significativas o en exposiciones prolongadas.
La protección con plomo en las paredes de la sala de rayos X se lleva a cabo utilizando placas de plomo, que son lo suficientemente gruesas y densas como para detener o atenuar la mayoría de los fotones de rayos X. Esto ayuda a reducir significativamente la cantidad de radiación que escapa de la sala de rayos X y se propaga hacia áreas circundantes.
Existen regulaciones y pautas específicas en diferentes países sobre el grosor mínimo de plomo requerido para las paredes de las salas de rayos X, y estos requisitos varían según el tipo de instalación y el uso previsto de los equipos de rayos X. La cantidad de plomo utilizado en las paredes puede variar según el diseño de la sala y la ubicación del equipo de rayos X.
Además de las paredes, otras áreas de la sala de rayos X también pueden estar protegidas con plomo, como las puertas, las ventanas y el techo, especialmente si existen otras áreas ocupadas cercanas.
En resumen, el recubrimiento de las paredes de una sala de rayos X con plomo es una medida de protección fundamental para minimizar la exposición a la radiación ionizante fuera del área de trabajo y asegurar un entorno seguro para todos los involucrados en procedimientos radiológicos.